
México: El arte de recrear castillos, toritos y figuras pirotécnicas.
Martín Leal Martínez tiene 21 años de experiencia en el uso de la pólvora
Uruapan, Michoacán. El arte de recrear castillos, toritos y otras figuras pirotécnicas en miniatura, es la especialidad de Martín Leal Martínez, quien lleva 15 días haciendo pequeñas réplicas, lo cual considera "más complicado trabajarlo, sobre todo para amarrarlo"; pero tiene 21 años de experiencia en pirotecnia convencional.
Dijo que no estudio en la escuela, pero sí pirotecnia y "conozco las pólvoras de todo a todo y utilizo de varias para lo grande. Para las miniaturas usamos puro papelito, para simular los cohetes, a fin de que vean como es el trabajo en original". "Me enseñé a conocer los diferentes materiales. A veces tienen un letrero, pero hay unos que vienen ligados con diferentes cosas y hay que conocer el material que viene rebajado y el que viene bien hecho. Cuando uno se pone a hacer una fórmula de un color y los mezcla, cuando no vienen bien es lo que ocasiona que se prenda". "Cuando se revuelve el material para una fórmula y no viene bien, se empieza a calentar solito y se enciende, pero cuando viene bien hecho sale todo el trabajo sin incidentes.
No pasa nada y duran más o menos un año las luces sin echarse a perder. El otro material se puede usar en una emergencia, pero nada más aguanta un mes, se hace piedra y ya no prende". Martín Leal está mostrando afuera de la Casa de la Cultura algunos castillos, diablitos, toritos y unas muñecas al estilo de los judas, que construye amarrando cada una de las cientos de piezas, que lleva la miniatura. Dijo que “de hecho hago la pieza que me pongan a hacer. Por ejemplo un ángel o cualquier figura y de los toritos más pequeños que hago son para aretes. Es un trabajo que lleva puro amarrado, aunque cuando lo ven algunos piensan que son de una sola pieza”. Este artesano nació en Tingambato, pero toda su vida ha transcurrido en Uruapan. Comenzó haciendo pirotecnia convencional, pero luego le gustó hacerla en miniatura sin pólvora, con piezas que se han ido a Canadá o a los Estados Unidos.
Una muñeca de 30 centímetros de alto la puede vender en 160 pesos y un castillo de un metro de alto en dos mil pesos
Sin dejar de trabajar, mientras es entrevistado reveló que sus pequeñas piezas comienzan con un esqueleto "de alambre. Luego lo voy forrando con papel y engrudo. Ya que está bien forradito lo ponemos a secar y queda duro. No nada más tiene un forro, sino tres o cuatro para que quede bien hecho". "Antes hacia la armazón de carrizo, pero se rompían muy fácil. Si se caían se les rompían los cuernos o las patitas y era más difícil arreglarlos. Ahora si se llegan a caer nada más rebotan".
Una muñeca de unos 30 centímetros de alto o un torito del mismo tamaño los puede vender en 160 pesos cada uno y un castillo de un metro de alto en 2 mil pesos, "por lo complicado de las letras. Este dice Uruapan, Michoacán y yo solo tardo en armarlo como un mes. Trabajo solo para no regañar ni echarle la culpa a nadie". Esa es su misma filosofía, cuando hace castillos de verdad que llevan pólvora, porque dice que no puede dejarle esa responsabilidad a alguien nuevo. Afirma también que "si lo haces a la carrera o enojado es cuando pasan los accidentes.
Como es un trabajo sagrado le pides a Dios que te ayude y que te salga bien todo". "Igualmente, a donde vas a ir a quemar, si se festeja una virgen pides su bendición y si ella quiere su fiesta, aunque este lloviendo enciende el castillo. Si ella no quiere aunque esté muy protegido el castillo se va a mojar". "Por eso es bueno cuando se va a quemar un castillo ir al templo y pedirle a la santa o al santo que se deje hacer por las manos de uno; que salga bien para que la gente vea su imagen, pero en colores de luces, que es lo que les llama más la atención. Es lo que tratamos de hacer nosotros para que la gente quede conforme". Sobre su ética de trabajo en pirotecnia indicó que "no trabajo los buscapiés, porque puede quemar al grado que llegue grande la quemada. Sobre todo si una persona trae un niño en brazos. Es otra responsabilidad para uno.
Yo trabajo con puras luces". Si es un torito también va sin buscapiés para que la gente los disfrute, porque de lo contrario se enciende el torito y la gente corriendo con el torito atrás de ellos. Martín Leal, vende una vez al año en el tianguis artesanal de Domingo de Ramos, que se termina el próximo domingo. El resto del tiempo completa sus ingresos trabajando de albañil, aunque confesó que sabe hacer "varias cosas en cuestión de trabajos".
FUENTE: Cambio de Michoacan